En la historia, como en la vida, nada es casual, todo es causal. Cada efecto tiene una causa, cada final tiene un origen y así es como hemos vivido los humanos desde hace decenas de miles de años, desde que nos atrevimos a bajar de los árboles y un ser superior nos dotó de una diferencia primordial con el resto de seres vivos animales, la inteligencia. Cada cual utiliza la cantidad y cantidad que desea de su propia inteligencia, hasta en eso somos diferentes. Pero tenemos un origen común, las primeras bacterias aparecieron en una «sopa primordial» y de ahí se desarrollaron todas las especies animales y vegetales. Todos partimos de una misma base química.
¿Qué tiene que ver el origen de las especies con Occidente y la «democracia»? Todo si queremos entender el esquema mental de los individuos en las sociedades actuales.
El resultado de las elecciones en Estados Unidos han sorprendido a muchos analistas del mundo y ha sorprendido muy relajados a los mandatarios europeos, en Bruselas, como siempre. Desde el momento en el que se confirmó la victoria de Donald Trump, las tertulias en las televisiones y emisoras de radio occidentales (conjunto de todos los países del mundo que adaptaron la «democracia» y los valores europeos de la Ilustración fuese como resultado de revoluciones o evoluciones sociales) no han cesado en preguntarse «¿cómo ha sido posible?», buscando a los responsables entre los colectivos de votantes. Que si los latinos, que si los negros, que si los árabes en los estados con una gran presencia. Se buscan culpables a lo que tan solo la razón y el sentido común tienen la respuesta. Al igual que el partido AfD consiguió unos resultados inesperados en Alemania, en todos los países occidentales se encuentran ejemplos de cómo la sociedad se decanta por soluciones drásticas, otros llaman extremistas, de un lado y del otro. No olvidemos que el resultado de unas elecciones es la respuesta del conjunto de la sociedad que mayoritariamente se decanta por una representación que espera resuelva sus problemas. Y aquí es donde se encuentra el origen de todo, los graves problemas en los que han caído todas y cada unas de las sociedades occidentales desde hace algunas décadas. Los gobiernos no les representan en su día a día en las carencias y expectativas que generaron y no cumplieron. Occidente se encuentra en una decadencia total y absoluta de valores y representatividad de éstos.
No busquemos culpables donde tan solo existe razonamiento social a la altura de la sociedad que se ha fabricado desde la segunda guerra mundial. La respuesta está en la historia y es muy simple, el individuo se ha colectivizado y ha asumido roles que en otras épocas serían impensables. Las redes sociales dinamizan y aumentan exponencialmente el impacto de los colectivos hasta el punto de impregnar a todo un país que se presume como el garante y defensor del «mundo libre» (no entraré en desarrollar este eufemismo) Hoy más que nunca los gobiernos son la imagen del nivel de desesperación y frustración en cada sociedad. Ejemplos tenemos cada uno para justificar lo injustificable y seguir preguntándonos cómo ha sido posible. La «democracia» no existió ni en la Atenas de los grades filósofos, que por cierto calificaron a la «democracia» como uno de los peores modelos de gobierno posible, pero que gracias a la revolución francesa se erigió como la más noble forma de que el pueblo tenga el poder. Jamás ha existido mayor farsa que la «democracia» pues el pueblo es quien menos poder tiene, excepto que cada cuatro años (o más) celebra la «fiesta de las elecciones» para elegir a alguien que luego hará lo que le dé la gana sin consultar al pueblo.
Quien sale beneficiado de todo esto es quien detenta el poder y moldea la sociedad a imagen de lo que desea con un único objetivo, repetir la victoria en las siguientes elecciones. No olviden que desde el momento en el que se publican los resultados oficiales en cada elección, el ganador ya está pensando en cómo ganar las siguientes, a costa de lo que haga falta y la mentira es una de las principales armas que esgrimen. La historia está para algo más que para manipularla, está para ser conocida y asumida con la veracidad que merece para conseguir revertir las deficiencias y vicios anteriores. La sociedad actual está embrutecida por falta de sentido de la historia y la abducción en las redes sociales. El único consejo que me atrevo a dar es la lectura bien seleccionada y alejada de ideologías e interpretaciones interesadas.
No existen gobiernos fallidos, existen los modelos de gobierno fallidos y la «democracia» lo ha vuelto a sancionar.
Para finalizar, dejo una pregunta en el aire para que cada cual se responda a sí mismo y que parte de lo que nos han enseñado que fue el origen y espejo de la democracia: ¿por qué los atenienses antiguos no permitían votar a los no nacidos en Atenas?

