Todo comenzó en 2004… bueno, mejor retrocedamos 3 años. En 2001 Steve Jobs mostró al mundo su primer ingenio, el iPod. Este aparatito no hacía nada diferente a los reproductores de cassette, o de los tocadiscos, o de los walkman, en verdad su misión básica era tan solo reproducir música. Entonces, ¿por qué fue el inicio de la aceleración tecnológica? Tan simple como cualquier idea genial, el auténtico cambio de paradigma fue la comercialización de la música. Ya no era necesario acercarse a la tienda de discos para comprar un LP de tu grupo favorito, del que tan solo te gustaban 3 canciones de las 10 que contenía. Por 1 dólar comprabas «online» tu canción preferida sin moverte de casa desde una plataforma futurista. Pero tan solo se trató del test masivo para lo que estaba preparando el propio Jobs.
Sí, en 2004 sacudió al mundo con la presentación del iPhone, un teléfono móvil que no hacía nada diferente que modelos de otras marcas, conexión a internet, pantalla táctil y cámara de fotos. ¿Dónde se escondía la disrupción? Sencillo, en la misma plataforma de comercialización de música ampliada a las aplicaciones inexistentes hasta ese instante, si excluimos los juegos. Pero hay que profundizar más en el análisis para comprender lo que escondía de verdad este teléfono móvil que causó furor por su espectacular formato y diseño, blindaba cualquier acceso externo al propio dispositivo. Todos los modelos de todas las marcas eran accesibles para cambiar la memoria de almacenamiento, la batería e incluso la conexión mediante cable a otros dispositivos. El iPhone nos prohibía todo eso y nadie rechistó. El iPhone tan solo se podía conectar a otros dispositivos de Apple o aplicaciones cautivas de la propia marca. Aceptamos con algarabía y predisposición total ser maniatados y ceder el control a otros.
En 2007 comenzó la andadura de la aplicación por excelencia, la decana de la revolución social con base en la tecnología, FACEBOOK. A partir de entonces no hemos hecho otra cosa que girar sobre la tecnología e ir cambiando de nombre para hacer creer a las personas que cada año aparece algo nuevo y rompedor, cada mes se revoluciona la comunicación y el acceso a la información, cada semana tenemos la posibilidad de interactuar con más y más aplicaciones, cada día nos hacen creer que vamos a mayor velocidad. El velocímetro es el único valor en nuestro panel de control vital mientras nos desplazamos encajonados y sin visión de la realidad, tan solo alimentándonos de la información que nos llega, pero que nunca seleccionamos.
Hasta finales del siglo XX las personas éramos capaces de analizar el entorno a través de sistemas analógicos y de esta manera accedíamos a la información con el sesgo según nuestros valores. Ahora, la información entra en la vida sin haberla solicitado y los canales de distribución son controlados y manipulados por grandes lobbies según el sesgo imperante, la posverdad.
Nos indican a la velocidad que transitamos por nuestra vida cuando la realidad es que cada vez nos desplazamos con mayor lentitud y en muchos casos, atascados en la hipocresía ideológica nacionalsocialista, o simplemente globalsocialista. Viajamos como la memoria de almacenamiento del iPhone, aislados e inaccesibles a excepción de los «técnicos» que nos manipulan. «La vida se pasa volando», «cada vez ocurren las cosas a mayor velocidad», «la IA es la nueva dimensión de nuestra vida, incomprensible pero imprescindible». No quieren mentes críticas, quieren cerebros adoctrinados que creen que piensan por sí mismos cuando la realidad es que no piensan, tan solo acumulan hoy y cancelan lo almacenado ayer. Tan solo se mantienen invariables los mantras de opresión y vigilancia social que nos indican lo que es bueno y lo que es malo, sin más opciones ni posibilidad de análisis individual: LGTBI, anticristianismo, estatismo, colectivismo, tecnocracia. Cualquier mente que se distancie del modelo del único pensamiento será perseguido y señalado en todas las redes sociales, cancelando sus perfiles como notoria señal de expulsión de este «mundo feliz».
No sé tú, pero yo prefiero salir de la rueda del ratón y atreverme a disfrutar de nuevos paisajes y abordar los retos que me apasionan. Tener mis propias experiencias y no sentir como me obligan.

