Para ponerte en contexto transcribiré la definición que la RAE aplica a los conceptos TALENTO e INNOVACIÓN.
TALENTO (extracto del Diccionario de la Real Academia Española de la lengua):
Lo primero que llama la atención es la distinción que realiza, en la tercera acepción, entre “persona inteligente” o “persona apta”. Parecería que ambas cualidades no pueden convivir en una misma persona. Mi humilde propuesta es que se añada a la conjunción disyuntiva “o” (que separa y diferencia ambas partes de la frase) la conjunción copulativa “y”. De esta forma se podría aceptar que ambas cualidades pueden concurrir en la misma persona.
La segunda reflexión es que se define como una “capacidad” para entender (en el caso de inteligencia) y/o desempeñar algún trabajo (en el caso de aptitud). Estando al completo de acuerdo con esta definición, deja en muy mal lugar el uso generalizado que se hace del TALENTO cuando se entiende por persona muy inteligente y superior a la mayoría. Si tenemos en cuenta que la inteligencia es una característica del ser humano, es una redundancia decir «persona inteligente». Va implícito en ser persona. Otra discusión es la cantidad y calidad de la inteligencia que usa cada humano. Desde hace algunas décadas el negocio generado alrededor del TALENTO ha alcanzado cifras astronómicas en todo el mundo. Ha llegado el momento de desmontar y, al menos, clarificar lo que se vende y compra.
INNOVACIÓN (extracto del Diccionario de la Real Academia Española de la lengua):
Como INNOVACIÓN es el acto de INNOVAR, analizamos el verbo. Utilizo la primera acepción y te llevarás una gran sorpresa ya que no refiere en ningún momento “inventar” o “inexistente”. La INNOVACIÓN es tan solo modificar algo que ya existe. Es decir, que para innovar debe de existir un producto o servicio de partida. La innovación modificará de forma sustancial sus propiedades, pero siempre desde el origen de la previa existencia de la esencia. El teléfono móvil es una innovación sobre el teléfono fijo que le dota de unas características sustanciales y diferenciales, pero que su uso sigue siendo la comunicación entre dos personas, eso sí, a distancia suficiente como para no poder conversar de vivo a voz.
Por tanto, es necesario diferenciar INNOVAR de INVENTAR o EVOLUCIONAR.
Una vez realizadas las presentaciones te invito a conocer el impacto que el deficiente uso de estos conceptos está desordenando la actual sociedad.
Por un lado, tenemos el TALENTO como paradigma del nuevo profesional y por otro, la INNOVACIÓN como el DORADO que anhelan, en una impostura fraudulenta, muchas organizaciones. Y una cosa lleva a la otra sin remisión.
La falsedad, por incompleto o por inmaduro, del TALENTO que se está encumbrando en las organizaciones imposibilita el crecimiento natural de profesionales más completos y productivos, aunque con seguridad menos espectaculares que los talentosos. Al igual que se tiende a confundir una persona enérgica con lo que es nerviosismo, también confundimos una persona con talento con lo que es ocurrencia inteligente.
Las organizaciones deben de ser muy cuidadosas al vender INNOVACIÓN cuando lo que ponen en el mercado son copias maquilladas de lo que existe, sin modificaciones sustanciales que cambien por completo la experiencia del usuario.
Un ejemplo muy actual. El iPhone no es una innovación. Cuando se lanzó el primer iPhone en 2007, hacía años que existían teléfonos táctiles, con cámara de fotos y con conexión a internet. La innovación real de APPLE no fue el dispositivo, fue la plataforma de desarrollo y venta de aplicaciones para móviles, algo que otorgó al teléfono de unas posibilidades que jamás antes había tenido. Lo comprobó unos años antes con el iPod al crear la primera red de comercialización de música digital con un modelo radical y disruptivo. Y no fueron invenciones, fueron innovaciones que mejoraron los canales de comercialización y distribución tradicionales, sobre soportes mejorados. Por tanto, el iPhone y el iPod fueron evoluciones, no innovaciones. Las plataformas de aplicaciones y comercialización sí fueron innovadoras.
La conjunción de TALENTO e INNOVACIÓN impostores está haciendo mucho daño en nuestra sociedad. Confundimos habilidad con súper poderes e innovación con la invención de la historia. La frivolidad con la que se tratan internamente en las organizaciones y se sobrevaloran estos conceptos, ocasiona unos daños considerables a las personas y a la propia marca. Vender innovación cuando se trata de evolución es difícil de mantener y comprar talento cuando tan solo es habilidad ocurrente, destroza el ecosistema interno.
La innovación es posible en organizaciones con estructuras organizativas y soportes humano y financiero de altísimo nivel. Estas condiciones se dan en una ínfima parte de las organizaciones en el mundo, por lo cual no deberíamos obsesionarnos por vender innovación de manera artificial. Es preferible ser honesto con la propia organización, con los clientes y hablar de evolución. Ya es suficiente esfuerzo adaptarse a los cambios y a la velocidad a la que éstos se producen como para intentar maquillar una innovación que no es tal. El engaño innovador tiene las patitas muy cortas.
En el libro que publicaré en octubre (está por decidir lo más difícil, el título) abordo, en uno de los capítulos, las características que deben de realzarse en cualquier profesional, además del talento, para completar una personalidad competitiva, enriquecedora y grupal, así como la realidad de las organizaciones en la afanosa búsqueda de su DORADO INNOVADOR.
TALENTO e INNOVACIÓN pueden dar muchas alegrías, pero aportarán fracaso si no se entienden en el conjunto estratégico corporativo.
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