Serie Mitos (II): TALENTO para resolver el futuro empresarial

“Atraer y retener talento” es el mantra en el que se mueven, al menos en marketing, la mayoría de las empresas. El negocio del talento es milmillonario en todo el mundo. Se podría haber fijado otro concepto, avispado, listillo, experto o líder, pero no, se han ido a posar sobre el más genérico y menos profesional.

Según la Real Academia Española, en su diccionario de la lengua española, define talento:

  1. m. inteligencia (‖ capacidad de entender).
  2. m. aptitud (‖ capacidad para el desempeño de algo)
  3. Persona inteligente o apta para determinada ocupación.
  4. m. Moneda de cuenta de los griegos y de los romanos.

 Las dos primeras acepciones son claras: capacidad de entender y desempeñar alguna actividad. La tercera acepción me provoca alguna duda. Persona inteligente es una reiteración pues todas las personas somos inteligentes, de manera independiente a la cantidad y calidad de inteligencia que utilicemos. Por tanto, se entiende que todas las personas tenemos talento pues somos aptos para desempeñar diferentes ocupaciones y tenemos capacidad de entender y hacer.

El TALENTO no diferencia a ninguna persona para ocupar cualquier puesto de trabajo, lo que genera diferencia es la actitud con la que se enfrenta a un reto para el que tiene capacidad de entender y desempeñar.

Muchas empresas buscan talento joven cuando lo que hacen es recolectar expedientes académicos, sin contrastar el valor real que aportará a sus auténticas necesidades (que la mayoría desconoce) En este entorno comercial del talento se ha puesto precio al kilo de persona por características subjetivas sin tener en cuenta el encaje con la cultura de la empresa y los plazos de aprendizaje, se obvian características objetivas como la creatividad (proponer diferentes maneras de hacer lo que siempre se ha realizado de la misma forma), pasión (identificación plena con su entorno de desempeño) y liderazgo (potenciar esfuerzos y competencias en pro de unos objetivos comunes)

Como ves, el talento es tanto solo una característica cualitativa no diferenciadora, un nivel cuantitativo de mayor o menor capacidad de entender y desempeñar. Puedes ser un físico teórico brillante, pero si no te apasiona el universo serás un fracaso y una rémora para el equipo de investigación de los agujeros negros y los de gusano. Pero podrás ser efectivo, eficiente y feliz si lo que te apasiona es la aplicación en los nuevos modelos de transporte hipersónico, en el mundo de los deportes de motor o cualquier otro ámbito que motive tu pasión.

La misma persona en dos empresas del mismo sector y para el mismo puesto responderá de forma muy distinta y su adaptación será desigual dependiendo de la cultura que impere en cada una de ellas, de la estructura organizativa e incluso del mapa procedimental. Estas variables no se tienen en cuenta por los buscadores de talento ni por los responsables de las empresas que definen los perfiles que necesitan. Tan solo quieren y buscan talento como concepto intangible.

Tanto los empleadores, como los empleados y los intermediarios del negocio del talento, deberían ser coherentes y velar por la satisfacción colectiva, comenzando por utilizar palabras que se ajusten a la verdad: profesional. Analiza tu empresa y aplica la innovación empresarial: descubrirás «talento» brillante dentro de ella y esquemas organizativos donde las personas y su conocimiento fluyan.

 

Talento es a empresa como perejil a cocina, un toque de color exótico

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