Tras dos meses de verdades a medias y llamadas interesadas a la calma, la realidad son más de 100.000 personas afectadas en el mundo (que bien podrían ser 200.000), más de 500 en España; casi 3.700 muertos en el mundo (que podrían ser 5.000), 14 en España. La situación está fuera de control y las personas mayores en el foco de la mortalidad.
Después de una década en la que nos han vendido que la digitalización, la inteligencia artificial, el blockchain, el big data y demás conceptos publicitarios nos harían más felices, las empresas serían más eficaces y el mundo mucho mejor, ninguna de estas tecnologías «milagrosas» han conseguido remitir esta pandemia.
Sé que estoy pisando las flores de un jardín idolatrado por muchas personas, pero la realidad se me hace muy testaruda. Al final las farmacéuticas y centros de investigación recurren a los científicos y sus métodos tradicionales para encontrar la cura. Ni las flores han dejado de ser bonitas ni hay que arrasar el jardín. Lo único que necesita la sociedad es certidumbre y sinceridad.
Al hilo de la sociedad, los populismos ignorantes, pero muy dicharacheros, han desaparecido de las primeras páginas de los diarios y de las entradas de informativos, dejando espacio a quien parece que sabe de esto, no sin asomar la cabeza para notoriedad del segundo plano.
¡Contadnos la verdad y tomad las medidas necesarias! No hagáis lo que menos impacto tenga en vuestra imagen pública de farsantes sino aquello que tenga impacto en la resolución del problema que no es otra cosa que la vida de las personas.
Coronavirus: cuando lo milagroso y el populismo desaparecen
