Sé agnóstico con la tecnología: no te conviertas en un fiel de la secta

La historia de la humanidad se ha distinguido por la fantástica capacidad de las personas para inventar, evolucionar e innovar. Con los materiales que proporciona la corteza terrestre y al aire, hemos sido capaces de crear objetos maravillosos que se convirtieron en puntos de inflexión a lo largo de miles de años. Todos, sin excepción, tienen una cualidad indispensable para ser aceptados y utilizados en cada uno de los pasos históricos: tangibilidad.

La generación y mantenimiento del fuego, la rueda, el arado, la pólvora, la bombilla, la moneda, la imprenta, el hormigón, la máquina de vapor, las vacunas, los antibióticos, el motor de combustión, el telégrafo, el ordenador, el teléfono, internet.

Las personas de cada época en la que se creó cada uno de estos avances vitales para lo que hoy somos, aceptó el uso porque lo podía ver y tocar. Todos ellos han perdurado desde que fueron creados, ya sean miles de años o algunas décadas. Ninguno ha perdido vigor ni uso. Han sido evolucionados e incluso en algún caso innovados, pero siempre desde el objeto que se creó en el origen.

Las diferentes civilizaciones que han existido y existen han creado y usado todos ellos, sin excepción, desde la aparición y aceptación. Siempre bajo la cualidad de la tangibilidad. A diferencia de las creencias religiosas, la evolución de la humanidad se ha basado en crear objetos tangibles, donde la aceptación crédula proviene de «ver para creer». Lo que no se puede ver y tocar, no existe para el raciocinio humano desde un punto de vista científico.

El primer avance intangible lo podemos situar en internet, aunque siendo puristas se puede contrastar que los datos viajan por los cables de cobre, por el aire o por la fibra óptica. La mayoría de los mortales se lo creen, porque tienen su «llaga» en el ordenador y ahí comprueban que es cierto, que la información fluye. No es cuestión de fe.

En estas últimas décadas, con un cambio radical de la sociedad, motivado en parte por la tecnología y en gran parte por las soluciones que se han apoyado en esta, hemos pasado del agnosticismo evolutivo a la creencia ciega en todo lo que nos «venden» desde la secta.

Que nos venden que el motor de una aspiradora es digital, ¡NOS LO CREEMOS!

Que nos venden que el cabezal de un cepillo de dientes tiene inteligencia artificial ¡LO COMPRAMOS!

Que anuncian que unas verduras han sido criadas y puestas a la venta con blockchain ¡ESO NO LO COMPRARON! (fue excesivo para las amas de casa, sin ser machista)

Que el rodillo de la aspiradora anterior es inteligente ¡COMPRAMOS DOS!

¿Y con las empresas? Pues tres cuartos de lo mismo. La pandemia ha reforzado más aún el mantra de la secta: «Si no digitalizas, desaparecerás«. El problema es que no dan más opciones, ni desde el gobierno, instalados en el mantra, por conveniencia del negocio o por subirse al carromato de moda. DIGITALIZACIÓN.

Pero la mayor parte de las empresas, inmensa mayoría de PYMES, desconocen por completo lo que significa eso de «digitalizar». Y las grandes empresas se tiran de cabeza a la mayor, IA, blockchain, big data… sin conocer los beneficios y perjuicios que les puede ocasionar, sin conocer los verdaderos problemas de la organización.

La intangibilidad de la «nueva» tecnología está sumiendo a un gran porcentaje de personas en la fidelidad a una secta que se enriquece con base en marketing, artículos que se leen más que este, promesas de alcanzar la deidad personal y profesional. Porque esta intangibilidad alcanza a todos los ámbitos, el personal y el empresarial. Todos nos lanzamos a por el último modelo de smartphone que ¡ya tiene IA!, que sus cámaras (porque si tiene menos de tres ya no mola) son inteligentes. Compramos la aspiradora, el cepillo de dientes, el vehículo, la casa, la sartén, la zapatilla, el champú, la camisa, en definitiva, la vida más inteligente sobre objetos inanimados.

Echa el freno por un momento (o varios), analiza tu vida, tu entorno, tu sector, tus stakeholders, tus objetivos de futuro y determina si todo va unido, si todo forma una línea de vida «persional» (personal y profesional), si todos estos intangibles pueden sustituir a los tangibles a los que debes aspirar (no con la aspiradora hiper inteligente).

La tecnología sigue manteniendo la misma base y evoluciona para que nuestra vida sea más ágil, sencilla y actualizada, pero nunca estará cerca de sustituir el raciocinio de una persona. La inteligencia es una cualidad reservada a los seres humanos, otra cuestión es la cantidad y calidad que cada persona usa del don que ha recibido. Es más rápida, maneja muchos datos, es más compleja, llega a más personas, en definitiva, es una herramienta que debe estar al servicio de las personas para hacer más igualitario el mundo y que las oportunidades se creen donde uno nace, no donde se fabrican.

Que no te engañen, pon primero en orden tu vida, tu empresa y luego aplica la mejor tecnología que necesites para conseguir tus sueños.


Ramón Luis Gil Barrigüete

Fundador INNOOMNI
Rehabilitador de empresas y analista de modelos organizativos
ramon.luis.gil@innoomni.com
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