¿Sobre qué escribo? NO TENEMOS SOLUCIÓN

Llevo muchos días dando vueltas a temas y asuntos, pero ninguno germina. No será por falta de pretendientes entre la economía, la sociedad y la tecnología, y lo que me preocupa es que todo está tan «crisaleado» (permíteme la palabrota) que es complejo hacer distingo entre unas y otras, envueltas y escamoteadas por capas y capas de verborrea e inútiles informaciones. La conclusión, después de tantos años analizando sectores, empresas, organizaciones, así como las culturas que les dan forma (ya sabes que a mí me interesan más las «microculturas»), las estructuras jerárquicas obsoletas, los mapas procedimentales ineficientes y la tecnología en su modo más mercantilista y engañabobos, es muy triste: NO TENEMOS SOLUCIÓN

Nos abducen e inyectan con precisión milimétrica de control social que la digitalización es la única salida de éxito que tienen las organizaciones, y por extensión las personas.

Nos emboban con estupideces que no inculcan ninguna clase de valor positivo, pero nos desmembramos los dedos pulsando «me gusta» o entramos al trapo respondiendo a seres que no merecen el más mínimo interés ni tiempo. La RAE lanza una campaña contra los anglicismos, pero admite anglicidiotas como «influencer» cuando poseemos una hermosa palabra como es influyente. Nos abducen e inyectan con precisión milimétrica de control social que la digitalización es la única salida de éxito que tienen las organizaciones, y por extensión las personas. Las redes sociales, el arma de destrucción masiva social colectiva y global jamás sufrida.

Yo, de niño (porque por mi estatura sigo siendo pequeño), quería ser maquinista de tren, una profesión de largo trayecto y con su toque épico. Ahora, los jóvenes (no todos, pero de cantidad mayoritaria) quieren ser influencers (gracias de nuevo, RAE), youtubers, instagramers, tiktokers, resumiendo y remedando a Tip y Col, «gilipolluas». Ni siquiera tienen imaginación para sus «profesiones» pues utilizan el anzuelo o nombre de app anglicinándolo (apunta otra RAE). Hemos privado a estas criaturas de uno de los mayores activos del ser humano, la creatividad. No saben vivir sin un móvil en la mano, algo que la DGT del futuro deberá modificar ya que tener un móvil en la mano, textual, insertado en la palma de la mano, será una más en la evolución estúpida del cuerpo humano.

Y propagan que hay que hablar de las enfermedades mentales… que comiencen primero por los enfermos mentales que manejan los hilos de las personas y los que mecen la cuna de estos enfermos.

¿Dónde ha quedado la maravillosa palabra, informática? Cuando la elaboración de procesos y algoritmos era artesanal y obra de los relojeros informáticos. Debíamos economizar las líneas de código para que los programas no fuesen excesivamente grandes y se pudieran almacenar en los discos internos de la época. La digitalización ya se hacía hace 50 años y nadie sacaba pecho ni se asustaba a los viandantes en las organizaciones. La evolución siguió su hoja de ruta natural, sin aspavientos ni prisas. Hace 15 años apareció el primer smartphone, Iphone. Las criaturas de 15 años viven dentro de smartphone la vida de un avatar creado por ellas mismas, y sin ser conscientes de que jamás estarán ni cerca de ser lo que viven en su metaverso. Y propagan que hay que hablar de las enfermedades mentales… que comiencen primero por los enfermos mentales que manejan los hilos de las personas y los que mecen la cuna de estos enfermos.

La delegación de obligaciones conculca a las criaturas la famosa frase de la pseudo ministra Celaa: «los hijos no pertenecen a los padres». Y tanto los padres como los hijos van y se lo creen.

Metido en telas de once varas, ¿qué hacemos con las criptos? Ahora se alzan las primeras manos a la cabeza por las sectas criptoníticas que han hundido la vida a miles de criaturas (de nuevo los objetivos de los mecedores de cunas y telepredicadores digitales) Partiendo de una tecnología en evolución y nada asentada, «blockchain«, y «pues ya que estamos», lanzan una moneda que nadie controla y casi nadie hace ni puñetero caso durante muchos años. De repente, a algún mecedor de cunas se le ocurre decir que esta moneda democratiza la economía y acabará con los bancos represores, machistas y patriarcales. «Toma Moreno«.

Si es que no puede ser, ¿tan imbéciles nos hemos convertido?. ¿Cómo es posible que nos alarmen estas situaciones cuando es de primero de sentido común? Claro, que el sentido común lo han retirado también de las estructuras curriculares en la educación de las familias (y no en todos los colegios). La delegación de obligaciones conculca a las criaturas la famosa frase de la pseudo ministra Celaa: «los hijos no pertenecen a los padres» (sic). Y tanto los padres como los hijos van y se lo creen.

De repente, a algún mecedor de cunas se le ocurre decir que esta moneda democratiza la economía y acabará con los bancos represores, machistas y patriarcales. «Toma Moreno«.

Mientras tanto, gobiernos, organizaciones e instituciones de todo el mundo gastan a espuertas en propaganda que arruina y sin inversiones creativas. Pero viendo los informativos, parece que nada de esto existe e insisten en las noticias de todos los días o intrascendentes.

¿Hay algo positivo? Por supuesto, la insistencia pertinaz de quienes se revelan a lo establecido por las normas que coartan la libertad y producen grandes avances en salud y vida. No son noticia, no obtienen financiación, pero cuando consiguen su objetivo terminan eclipsados por los chupa cámaras de siempre. Las mentes libres mantendrán la existencia de esta especie tan estúpida, tan simple y tan aborregada.

Y a todo esto, ¿qué voy a escribir?

Ramón Luis Gil Barrigüete

Fundador INNOOMNI
Analista independiente de organizaciones
ramon.luis.gil@innoomni.com
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