LA SECUELA DE LA CRISIS
Las personas percibimos sensaciones a través de los sentidos, cuando los impactos son físicos. En otras ocasiones generamos percepciones intangibles sobre nuestro bagaje de aprendizaje, por la experiencia y el conocimiento. Todas las personas tendrán la misma percepción sensorial si meten un dedo en agua hirviendo, pero cada una tendrá una percepción intangible y diferente ante un atardecer en el mar (felicidad, melancolía o indiferencia).
La percepción intangible funciona en las empresas cuando, en una situación similar en todas ellas, se pregunta “¿cómo va tu empresa?” a los máximos responsables: unos responderán que muy bien porque siguen facturando y otros dirán que muy mal porque los márgenes se reducen. Y no es que intenten engañar, es que lo perciben así.
La última crisis mundial arrastró a muchas empresas, de diferente tamaño, sector y ubicación, a la desaparición, pero las personas relacionadas con ellas, de forma directa o indirecta, sufrieron el golpe o también la desaparición, mucho más dramática. Recuerda la crisis de los tulipanes (Países Bajos, siglos XVI-XVII), la de los Mares del Sur (Francia e Inglaterra, siglo XVIII), la de los ferrocarriles (EEUU, siglo XIX), el crash de 1929 (EEUU y efecto mundial, siglo XX) y la “punto com” (mundial, finales siglo XX). Nos vamos superando: el plazo entre crisis se acorta y el ámbito se expande.
Aún no hemos interiorizado las razones de la última y nos acercamos a la “secuela” de forma irremediable. El peligro de las recaídas es que el ecosistema no se ha fortalecido y protegido para otra pandemia. Todas las crisis germinaron sobre la misma tierra abonada (excepto la de los tulipanes, qué ironía), la clase media-baja invirtiendo en futuribles sobre los que tenían nulo control (en los tulipanes fue la clase muy alta la que “picó”). Quizás sea la sensación de vértigo a las alturas lo que genera excitación a la vez que aumenta la dopamina que pide subir más alto y arriesgar todo a una única apuesta. Todas las decisiones personales estuvieron basadas en la percepción de que era “caballo ganador”, porque así lo decían los profesionales, y “no iba a ser yo el único imbécil en no aprovecharme”. Zasca.
En todas las crisis hay un OBNI (objeto brillante no identificado) que ciega nuestra visión de la realidad y nos ofrece unos destellos que disparan la percepción intangible. Cada OBNI obtuvo el éxito basando su estrategia en la comunicación y el aprovechamiento (intencionado o no) de las necesidades que las personas creyeron tener e incluso de la avaricia. Poner el foco en un único origen es simplificar en exceso y no tener intención de evitar, o mitigar, la siguiente.
De nuevo estamos sentados frente a la ruleta de la percepción intangible apostando todo a un nuevo OBNI, la “digitalización”. Los responsables de las empresas apuestan a este concepto porque así lo dicen los “entendidos” y su percepción es que tienen razón y es imparable. La mayoría empujan sus fichas por autoconvencimiento, pero, sin haber analizado a fondo el estado de su supervivencia en los últimos años, es insuficiente tan solo creer que conoces tu negocio, tu sector y mucho menos a las personas. La certeza es la única oportunidad que tienes de salir vivo y con buena salud del nuevo envite, y ésta no la vas a obtener tú solo: tu visión es parcial (conoces una pequeña parte, el resto te lo cuentan), viciada (hábitos históricos) y sentimental (no hay nada peor que poner sentimientos en el análisis de tu empresa)
La tecnología se crea para ser usada, para ser útil, para generar rentabilidad y jamás para presumir. La tecnología es un enorme escaparate (mayor y mejor que el marketing) donde se dejan a la vista las fortalezas de la empresa y la visión de futuro, pero también las ineficiencias y debilidades estratégicas. La tecnología ayudará en tu empresa siempre que ésta se encuentre equilibrada en la estructura organizativa, soportada por procesos eficientes y consolidada sobre modelos de negocio adaptados a cada tiempo. Esta visión solo te la puede ofrecer alguien externo, sin sentimentalismos, hábitos y medias tintas.
La realidad es indiscutible: la especie que no evoluciona desaparece; la empresa que no evoluciona será incapaz de innovarse y desaparecerá.
LA HISTORIA NO SE REPITE, PERO RIMA
Mark Twain