La innovación devora la estrategia en un ataque sorpresa

“Un mundo feliz”, novela del escritor británico Aldous Huxley, publicada por primera vez en 1932, anticipa de manera premonitoria lo que está ocurriendo en el mundo actual. La novela se centra en un futuro donde se desarrolla tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia, manejo de las emociones por medio de drogas que cambian radicalmente la sociedad. La primera videncia se está materializando en laboratorios y aún no se ha significado comercialmente, pero el manejo de las emociones convive con nosotros desde hace una década.

El “soma” era la droga que mantenía a toda la población en un estado de ánimo eufórico en el libro de Huxley. Hoy esa droga se llama “innovación”. El mensaje más repetido por articulistas “expertos” en empresas, e incluso de los CEO’s de éstas, es: “Si no innovas desaparecerás”. La sociedad influencer se ha apoyado en este mantra para conseguir un “borreguismo” desconocido hasta ahora. La palabra INNOVACIÓN (asociada en exclusiva a la tecnología) se ha convertido en la estrella de cualquier anuncio de cualquier producto, y si va acompañado de INTELIGENCIA el mensaje queda redondo.

Las personas compramos innovación e inteligencia y las empresas compran innovación e inteligencia. Esta locura colectiva está arrastrando a muchas empresas a gastar (invertir es gastar con un objetivo claro de crecimiento) en innovación por la simple reacción a que si no lo hace va a desaparecer, sin buscar más motivos y salidas.

He leído el artículo de Francisco J. López Lubián (Profesor y director del área de Finanzas del IE Business School) publicado en Harvard Deusto Business Review titulado “Cómo valorar la innovación”. El foco del artículo es fantástico y trata en profundidad la valoración disparatada de las empresas “innovadoras” y el método por el que se deberían de regir las entidades de valoración y rating para no seguir inflando la segunda burbuja tecnológica, por cierto, mucho más voluminosa que la primera y aumentando. El ámbito empresarial del artículo/estudio se basa en las grandes empresas mundiales, por lo que extrapolar ciertas fórmulas magistrales al resto de empresas del mundo se convierte en imposible. Cuando se sale de los métodos financieros y entra en la estrategia empresarial adopta estereotipos peligrosos.

Peter Drucker dijo “la cultura se desayuna la estrategia”, yo digo:

“La innovación devora la estrategia en un ataque sorpresa”.

Las empresas (solopreneurs, autónomos, micros, pequeñas y medianas) están sufriendo un ataque violento desde los medios de comunicación, conferencias y publicidad e incluso organismos públicos, sobre las funestas consecuencias de no innovar. Nadie les ha explicado qué es innovar y lo que supone aceptar ese reto. Tampoco se les han detallado las alternativas que tiene a la innovación, tan válidas y de excelentes resultados. Pero nos aferramos a un concepto y no lo soltamos solo porque los influencers del entorno económico así lo quieren.

La defensa que tienen las empresas, del tamaño que sean, es la INNOVACIÓN EMPRESARIAL de la mano de INNOOMNI.