Cuando Charles Darwin dijo “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente la que sobrevive. Es aquella que se adapta mejor al cambio”, se refería a las especies como conjuntos de seres que no solo les identifican como individuos de una misma clase, también como colectivos que se organizan y relacionan de una manera uniforme y con el fin de conseguir unos objetivos comunes.
Si algo define a la nueva era que nos ha impuesto el coronavirus SARS-COV2, es el cambio constante y la adaptación rápida a las situaciones que se suceden día a día. Por tanto, no es tan solo el individuo quien debe adaptarse a los cambiantes estados de vida y comportamiento social, también las organizaciones deben ser ágiles y flexibles a estos cambios. Las organizaciones se han mantenido pasivas con respecto a su modelo y estructura, intentando resolver las carencias a los cambios con tecnología, gran error. Y cuando me refiero a “las organizaciones”, entes que no tienen capacidad alguna de llevar a cabo tareas, ni pensamientos, ni acciones, me dirijo a los directivos que deben repensar (no reinventar) qué están haciendo por sus empleados. Al final, una organización de cualquier tipo se reduce al conjunto de personas (en cualquier nivel) que trabajan (y deberían pensar y proponer) por el mejor futuro del objetivo común que tienen.
Los altos directivos y consejeros tienen una espada de Damocles autoimpuesta y autoexigida, la cuenta de resultados. No hay nada que mayor daño haga a las personas que “dirigen” el futuro de otras miles que un balance y un informe financiero que presente grandes cifras, o al menos las esperadas, o como mínimo en negro. No pasa nada si en un ejercicio las “cuentas” no son para presumir, si a cambio se han tomado decisiones que refuerzan el futuro a medio plazo (qué menos).
Las personas se mueven en la estructura de cualquier organización, pero ésta permanece pétrea, inamovible, imperturbable, a excepción de algún cambio estético cara a la galería como la introducción de la innovación, la transformación digital, la digitalización y otras mamandurrias que son solo eso, estética cara a la galería para convencer de que se “está a la moda”. Es un complejo que está arrastrando a muchas organizaciones a cometer unos errores terribles en la asunción de “modas” que no están probadas y que no les aportarán jamás los efectos que les prometieron.
Las estructuras organizativas tradicionales son auténticos agujeros negros que terminan por colapsar todos los intentos de cambios, por muy innovadores que sean. ¿Construirías sobre una estructura de naipes una torre de oficinas de 40 plantas? Pues es exactamente lo que estás haciendo cada día con tu organización. No dudes que más pronto que tarde se derrumbará atrapando todos tus activos, comenzando por las personas y sus familias.
La estructura organizativa debe ser flexible y colaborativa (de verdad) para que la adaptación a los cambios rápidos sea sencilla y sin traumas. Para ello te debes olvidar de la estructura tradicional, sí, la que tienes, y pasar a una totalmente diferente pero muy eficaz: REM (Rapid Enterprise Management)
Nadie esperaba este 2020, así como nadie estaba preparado para este 2020, pero sí había herramientas y modelos que podrían haber ayudado mucho. La parábola de “El pastor y el lobo” (Esopo) siempre persigue a los humanos. ¿Es irremediable? Pues sí, dejando de creer que somos autosuficientes y el “¿quién conoce mi empresa mejor que yo?”, siendo humildes y escuchando. La mejor decisión que puede tomar un buen CEO, director general, consejero delegado, presidente de una organización es diseñar un equipo de observadores. Y a continuación escuchar y analizar qué es REM y cómo puede ayudar.
¿Fácil?, nada lo es cuando implica toma de decisiones duras, pero los resultados a corto plazo serán los más deseados en esta era: crecer y ser referentes ante esta adversidad. La supervivencia, como objetivo, es como buscar un empate en un partido de fútbol, pierdes seguro.
¿Cómo pretendemos prevalecer como especie si mantenemos las estructuras que nos hacen hacer lo de siempre y nos han llevado a este caos?
Ramón Luis Gil Barrigüete
Fundador INNOOMNI
ramon.luis.gil@innoomni.com
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